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  • OPINIÓN

    Mi propuesta de transporte público y tránsito

    ¿Todavía somos capaces de grandes cambios, o nuestra cultura de transgresión y falta de respeto está ya tan arraigada que hace imposible cualquier mejora?

    La convocatoria a una Audiencia Pública hizo que muchos me preguntaran
    si se presentará allí la propuesta que elaboré para reformar el sistema de transporte y tránsito. Ojalá así sea.

    Creo que todos podemos aportar ideas en los temas esenciales, para que sean enriquecidas a través del debate conjunto. Para facilitarlo, aquí explico la propuesta. El transporte público tiene un enorme impacto en nuestra calidad de vida cotidiana, usemos o no los colectivos de la ciudad. Su funcionamiento actual es muy deficiente. Podemos organizar un sistema óptimo, sustentable, que mejore mucho nuestra ciudad, pero no es fácil llegar a esa meta: hay que hacer reformas muy importantes, y está por verse si tenemos la voluntad ciudadana de hacerlas. Es un desafío. Pero un desafío que sin dudas vale la pena.

    El caos no nos deja Elegir En Resistencia, en contra de lo que sucede en todo el mundo, tenemos un sistema que castiga al transporte público, que en los hechos ha dejado de ser una opción para muchos sectores sociales. Nuestro transporte público se caracteriza por la baja inversión y la falta de control:no hay seguridad de frecuencias ni de horarios, no se conecta a los barrios entre sí, todas las líneas saturan el microcentro, los colectivos carecen de refrigeración –en el Chaco!–, su limpieza es pésima, son muy ruidosos y están mal amortiguados, las garitas no existen o están destruidas, y además son inseguras, expuestas a robos al bajar o al estar esperando. En paralelo, para los vehículos privados casi no existen controles: se estaciona en lugares prohibidos, no se penalizan las infracciones, el estacionamiento callejero se paga solo a veces, las motos circulan con hasta 4 personas, sin control de luces, papeles, emisión de ruidos, velocidad, casco, ni nada.

    Es decir, el transporte en auto o moto está totalmente desregulado, sin afrontar siquiera el costo de cumplir las normas básicas. Así, en los hechos, no hay libertad de elección, porque en estas condiciones ¿quién dejaría de usar su auto o moto para andar en colectivo? Nadie. O mejor dicho, solo quienes no tienen alternativa. Y eso ha convertido al transito en un caos peligroso y costoso. Demasiados autos, demasiadas motos y malos colectivos. Y todo sin control. Una expresión cabal de un Estado que no puede regular, controlar ni planificar en función del bien común.

    ¿Se puede solucionar? Sí.

    Nuestro equipo hizo encuestas callejeras a usuarios, estudió la experiencias de otras ciudades, calculó recorridos y dialogó con empresas y choferes. Y creemos que se puede solucionar. Pero es necesario emprender una reforma integral,que lleva tiempo, que requiere fortalecer controles y que demanda cambios de hábitos en una población –nosotros– acostumbrada a no respetar casi nada que tenga que ver con el bien común y los derechos de los demás. Cualquier podría mirarme con escepticismo, y con fundamentos. Pero con trabajo serio y constancia, se puede hacer. ¿Vale la pena intentarlo? Sin dudas. El caos del tránsito cuesta vidas, personas lisiadas, horas perdidas en espera y demoras, millones de Pesos anuales a la salud pública, accidentes que ocupan enorme cantidad de médicos y policías. Además, refuerza una segmentación territorial y por ingresos que se vuelve grieta social. Por último, su impacto ambiental es muy negativo, por contaminación y ruidos: tener más y mejor transporte público es el primer paso para que Resistencia sea una ciudad más verde, más sustentable.

    La libertad de Elegir Colectivos de Lujo La clave de mi propuesta es hacer lo contrario de lo que se hace hoy: tenemos que privilegiar el transporte público. Tenemos que lograr que más y más gente quiera andar en colectivo. Y para lograrlo, tenemos que organizar un sistema seguro, rápido, confiable y cómodo. Un sistema razonado y no improvisado. Diseñado para las necesidades de la gente. Pensado para una ciudad sustentable, descentralizada, integrada. Vivible. Sobre todo eso, vivible. Para que más gente quiera andar en colectivo tenemos que tener colectivos de lujo. Sí, aunque suene como una locura para Resistencia: colectivos de lujo. Y esto se puede lograr con una medida que, además, desalienta que los autos se congestionen en el micro y macrocentro. La medida clave es reorganizar el Estacionamiento Medido (EM). Lo que propongo es que todo el dinero que se recaude por EM sea destinado a mejorar las colectivos, a volverlos más cómodos, a construir buenas garitas, a mejorar la señalización, el control, la limpieza y la seguridad. Con la recaudación del EM tenemos que construir un sistema de transporte público del que podamos sentirnos orgullosos. El EM debe ser extendido a todo el macrocentro –hasta las 8 avenidas– y su valor debe ser actualizado. Toda esa recaudación debe ira un fondo transparente, el fondo RESISTENCIA CIUDAD SUSTENTABLE, cuya evolución todos podamos controlar para asegurar que los recursos se destinan a mejorar los colectivos, la infraestructura de transporte, y al cumplimiento de las obligaciones que el sistema tiene con los usuarios.

    ¿Qué se hace actualmente con la recaudación del EMI? No lo sé. Según los cálculos que hemos realizado, la extensión del EMI a todo el macrocentro, y a un valor en torno a los $10 pesos la hora, permitirá recaudar cada año más de $100 millones por año, netos de sueldos (formales).

    Con estos recursos rápidamente podemostener colectivos con aire acondicionado, rampas mecánicas para sillas de rueda, garitas modernas, semáforos en toda la capital y control permanente de las unidades.¿Un EMI más caro? Sí, lo digo sin demagogia. Pero un EMI más transparente, destinado a lograr colectivos de primer nivel: colectivos que sean la primera opción de todos los sectores sociales.

    Hagamos como todo el mundo: cada vez en más ciudades se eleva el costo circulación o se prohíben los autos en zonas de alta densidad de tránsito, se peatonaliza, se privilegia la circulación pública. Más colectivos, menos autos y menos motos. Ese es el camino: No hay solución al caos del tránsito si no es a través del transporte público. A Cualquier lugar, en Colectivo. El segundo pilar de la reforma que propongo es que los colectivos tenga recorridos racionales.

    Hoy los recorridos son muy poco lógicos. Como dijimos, no conectan a los barrios, son muy extensos, y abarrotan el tránsito de las calles atestadas del microcentro. No están pensados como sistema ni para el beneficio de la gente.Nosotros proponemos que los colectivos tengan recorridos en línea recta, circulen por las avenidas o calles similares, tengan carriles exclusivos, y la gente los pueda combinar con un sistema de boleto único. Tendríamos así, a igual costo del boleto, mucha más conectividad.

    Con el diseño que propongo se puede asegurar que dos puntos cualquiera del área metropolitana pueden conectarse en pocos minutos, a bajo costo, con alta frecuencia y con horarios perfectamente programados. Y además, todos tendrán un colectivo que pase a no más de dos cuadras de su origen y de su destino. Los colectivos ya no van a tener que luchar con tránsito, ni el tránsito con ellos. Los choferes dejarán de estar estresados por cumplir con recorridos agotadores en medio de un caos.

    Si además usamos la recaudación del EM para ponerles aire acondicionado, rampas mecánicas para personas discapacitadas, construir garitas de primer nivel en toda la ciudad, y aseguramos control de limpieza, podemos lograr una verdadera revolución del transporte público. Y con eso, dar el paso más importante hacia una ciudad y un área metropolitana sustentable, verde, vivible. Tenemos que lograr que para una madre con su bebé no sea un suplicio tomar un colectivo. Tenemos que lograr un sistema que cuide a los ancianos, que gastan $70 o más en un remise porque no saben si el colectivo los va a dejar a tiempo en el médico.

    Tenemos que tener en cada garita el horario de pasada y saber que se va a respetar, como pasa en cualquier lugar del mundo. Tenemos que darle a la gente la libertad real de elegir el transporte público. Si otros lo pueden organizar ¿por qué nosotros no vamos a poder? Volver a Respetar, Volver a Controlar La tercera pata de la reforma que propongo es educar y controlar.

    Necesitamos una fuertísima campaña de Educación Vial, para automovilistas, motociclistas, peatones, choferes de colectivo, para todos. Hay que re-aprender las normas más básicas de convivencia, las que hace mucho tiempo dejamos de cumplir. Una campaña que apunte a reformar una cultura de malos hábitos, de búsqueda desenfrenada de provecho propio, de exaltación de la viveza y desprecio por los derechos de los demás y por el bien común. Es decir, la cultura en la que estamos inmersos y que todos reforzamos, todos los días. En esta publicidad sí tiene que gastar el municipio. Y necesitamos volver a controlar: reorganizar el Estado para que pueda cumplir su función más básica: controlar, y sancionar a quienes no cumplan. No se puede andar en moto a toda velocidad, no se puede andar sin casco, no se puede andar con más de dos personas arriba, no se puede andar con el escape libre, no se puede cruzar en rojo, los autos no pueden estacionar en lugares prohibidos. No se puede hacer lo que a cada uno se le canta porque así no se vive en sociedad. No-se-pue-de.

    Y quien no lo entienda debe saber que no podrá escapar a la multa correspondiente. Sin esto, ni ésta ni ninguna reforma de transporte y tránsito será posible. Concluyo: Colectivos cómodos, seguros, confiables. Colectivos que sean una opción para todos los sectores sociales. Colectivos que pasen a hora y nos dejen cerca. Un sistema diseñado con lógica. Una ciudad donde se respete a los otros. Una ciudad que ayude a los que están en desventaja.

    Un ciudad menos contaminada por polución y ruidos. Una ciudad sustentable, verde, vivible. Y no este caos en el que estamos inmersos. Esta claro cómo lograrlo. La pregunta es: ¿todavía somos capaces de grandes cambios, o nuestra cultura de transgresión y falta de respeto está ya tan arraigada que hace imposible cualquier mejora? Yo creo que tenemos el deber de intentarlo. Y creo que somos capaces de lograrlo. Porque, además, ¿para qué vivir juntos si no para intentar estas grandes cosas que mejoran la vida de todos?

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